Si hay algo que caracteriza a mi manera de ser, eso son las metas, siempre me estoy fijando nuevas metas, desafíos por los que lucho, actúo y vivo. La vida no deja de ser una evolución, cambios de estado por los que vamos pasando, vas al colegio, lo empiezas y lo acabas, al instituto, lo mismo, a la universidad, exactamente igual, pero sin lugar a dudas, siempre motivado por mi visión de futuro y madurez de pensamientos, me he sabido anticipar a todos esos momentos en los que todos nos veríamos en algún momento, Puedo recordad con una claridad pasmosa el momento en el que con catorce años me dirigí con mi madre a la oficina de Caja Madrid con 40.000 pesetas para abrir una cuenta, cuenta que 4 años después y con algo más de dinero ahorrado con muchísimo esfuerzo, me sirvió para pagarme el carnet de conducir, fue muy satisfactorio, de hecho ha sido uno de los momentos de la vida en los que sentí mayor satisfacción, el momento en el que me dijeron que había aprobado, vaya desahogo y qué orgullo, el fruto del esfuerzo de 4 años ahorrando y de la dedicación por algo que todos tenemos que pasar y sufrir había llegado. Poco después empecé a trabajar en verano, propuse trabajar 6 horas al día cuando empecé las clases para poder asistir, las semanas se convertían en meses, y los meses en años, era una agonía, más aún teniendo en cuenta que la mayoría de días trabajaba a muchos kilómetros del centro donde estudiaba, pero seguí, motivado porque sabía que algún día llegaría el momento de poder tener mi propio coche, y el momento llegó, fui una tarde a Herencia, en Ciudad Real a ver un VW Polo del 99 que había visto anunciado en internet, la verdad es que tenía muy buena pinta y decidí quedármelo, concerté la cita con el vendedor en Madrid para que me hiciera la entrega y la escena no pudo ser más entrañable, quedamos en Delicias y después de hacer los trámites me dieron la llave y un justificante de la gestoría que decía algo así como que los papeles estában a la espera de ponerse a mi nombre, fui hacia el coche y miré atrás, la esposa del vendedor estaba llorando como una magdalena, era el coche que le había regalado su marido hacía unos años y veía como se quedaba sin él, mientras la otra cara de la moneda la protagonizaba yo mismo, abrí el coche, me senté, lo arranqué y tuve que esperar unos minutos para poder ver, tenía los ojos cubiertos de lágrimas, la emoción de haber conseguido tener un coche por el que tantísimo había luchado no me dejaba ni tan siquiera marcharme de aquél lugar, vaya momento, lo recordaré para siempre. Desde entonces sigo con mis ahorros, esperando el momento de comprar una vivienda, tretas de la vida han hecho que me sea más dificil conseguirlo, un sorteo de 7000 viviendas ha pasado por delante de mis ojos, viendo cómo gente que jamás había tenido la ambición de independizarse habían sido agraciados, la creación de una burbuja inmobiliaria inverosímil, y muchos otros factores que me habían hecho llegar casi a desistir, pero un golpe de suerte me ha devuelto la ilusión, he visto una vivienda que creo que finalmente me quedaré, un buen precio para un buen piso con todas las comodidades, el gozo se ha apoderado de mi cuerpo, jamás pensé que este momento llegaría tan pronto, así es, no hay que perder la esperanza ni la ilusión sobre todo si luchas por una meta.
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