A principios del verano de 2009, cuando mi vida pasaba por una situación bastante complicada me propusieron un viaje, éste me lo propuso mi amigo Javi, lo conocí en clase del módulo de topografía y habíamos hecho muy buenas migas hasta el punto de que me metió a trabajar con él en la empresa en la que actualmente trabajo y llevo trabajando desde hace más de cinco años, él se marchó a Alemania con su novia austriaca Isabella a hacer una nueva vida juntos, se conocieron de Erasmus en Finlandia y desde el principio Javi tuvo muy claro que iría donde ella fuera a pasar el resto de su vida, ella se iba a marchar a Austria con su familia durante una semana de vacaciones y esa semana fue la que me propuso Javi para ir a verle y hacer la que sería hasta el día de hoy la que creo que es la aventura más apasionante que he vivido nunca. Embarqué un sábado muy pronto por la mañana, cogí un vuelo Madrid-Frakfurt de la compañía LAN-Chile y seguí todas las indicaciones que me dijo Javi para llegar con éxito hasta la estación de tren de Frankfurt y desde ahí cogí un tren rápido que me llevó hasta la estación de Würzburg donde me esperaría él, el recibimiento no
dimos un paseo hasta el restaurante y justo antes de llegar al mismo me dijo Javi que había un museo de la ciudad, pasamos a visitarlo y estaba todo lleno de fotos de la guerra, estaba todo testruído, en concreto esa ciudad la destruyeron dos días antes de que se acabara la guerra, me impresionó muchísimo ver en las fotos el mismo edificio en el que yo estaba absolutamente demolido, y todos los demás edificios que habíamos visto por la tarde también, la razón de que todos los edificios parecieran tan bien conservados es que están reconstruídos!! tienen unos 50 años!! Pasamos la noche en compañía de gente a la que no conocimos, es lo que tienen los albergues, al día siguiente después de desayunar emprendimos la marcha hacia Wertheim, una etapa preciosa en la que tuvimos suerte de que nos acompañara muy buen tiempo aunque también cayó algún chaparrón que nos obligó a refugiarnos debajo de un remolque de un camión, éste día compré en Gemünden un bidón con un mapa de Alemania y la bandera, sería el recuerdo útil que me compré en este viaje, la sorpresa de la etapa nos la dió el albergue, situado en lo más alto de una cuesta interminable que conseguimos subir a duras penas, por la noche salimos a cenar a un chino! si si, a un chino! nos pusimos finos de pato, y para rematar la faena nos dimos una vuelta por el centro del pueblo y había una orquestilla tocando una especie de música folk rarísima pero eso no nos importó para envainarnos unas buenas cervezas alemanas con las típicas salchichas de la tierra, eso es lo que estaba buscando en las tierras germanas, vivir sus tradiciones y convertirme en un germano más por unos días, el día siguiente amaneció con muchas nubes y una lluvia intermitente que nos hacía muy duro el viaje, continuamos pedaleando todo lo que pudimos hasta que desistimos y tiramos la toalla en Freudenberg, aquí acababa nuestro viaje en bici pero teníamos que volver a casa, esperamos más de dos horas a un tren, que cuando llegó no tenía hueco para llevar bici, cuatro horas más tarde llegó otro que llevaba el hueco lleno y nos dejaron subir, más tarde otra hora después ya pudimos subirnos en el primero de los tres trenes que tuvimos que coger para llegar de nuevo a Bad Neustadt, las horas de espera no las desperdiciamos, fue épico el festín que nos dimos en un restaurante Griego cercano a la parada del tren, siempre que veo a Javi lo recordamos con muchas risas ya que la situación no era muy agradable pero tampoco podíamos hacer nada mejor. La situación era que nos quedaban dos días de vacaciones hasta mi regreso a Madrid y teníamos que aprovechar el tiempo, el primer día fuimos al Kloister Kreutzberg a tomar unas cervezas y a comer comida típica, codillo, salchichas etc.. fue una experiencia fabulosa, era un claustro donde los monjes que lo habitaban fabricaban ellos mismos la cerveza y cocinaban comida tradicional alemana todo ello en lo alto de una montaña desde la que se podía divisar toda la comarca, por la noche fuimos a las termas de Bad Kissingen, un lugar del que Javi no había parado de hablarme en toda la semana y no era para menos, un sitio de relax absoluto, muchísimas salas, piscinas, saunas.. impresionante!! y al día siguiente antes de coger el tren que me llevaría al aeropuerto de Frankfurt fuimos a visitar otro claustro y a dar una vuelta por Bad Neustadt, por supuesto no me fui sin comer un kebab de Bad Neustadt y sin comer un bratzel. El tren llegó al aeropuerto con retraso, más o menos media hora, pero el avión salió con más retraso, cinco horas en concreto, menos mal que Dani me estaba esperando a mi llegada a Madrid, menudo favor me hizo! si no hubiera tenido que coger un taxi a Alcorcón que hubieran sido al menos 50 euros, y llegué a casa sin equipaje que me lo perdieron, al día siguiente me lo llevaron a casa y fui sacando de mi mochila todos los recuerdo que tengo de la que ha sido hasta hoy mi mayor aventura!
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