Ni conformidad ni resignación

    Pasan ya más de tres años del peor episodio en mi vida sentimental, todo se acabó, estaba claro, se veía venir, pero no todo lo que conllevaría y que aún hoy me quita el sueño, pero después.. qué hacer? y ahora qué? aprovechar el tiempo perdido? volver a entregarme de la misma manera a cualqueir desconocida? disfrutar el tiempo con hobbies y cosas que antes no podía hacer?, la mezcla de todo podría ser buena, pero cuando conoces a alguien que crees que merece la pena, todo se olvida y se vuelve a poner en marcha el mecanismo de excelencia, el cual he intentado perfeccionar con el tiempo, gracias a él me impuse una máxima, procurar ser siempre lo mejor persona posible, deliberar las decisiones, no hacer nada a la ligera con lo cual no podría llegar nunca a arrepentirme, estudiar las situaciones desde todos los puntos de vista posibles, y gracias a este mecanismo hoy soy el ser en el que me he convertido, me he hecho un ser irracional con quien no razona, quien se toma la vida a la ligera y sobre todo con todo el que pudiendo rozar la excelencia se conforma con la mediocridad y se hunde en el abismo de la vulgaridad. No lo entiendo, siempre he procurado cumplir de largo con mis obligaciones, tanto como estudiante, como hijo, como trabajador, como novio o como amante, pero no llega ese ansiado momento en el que la vida me las pague, sin embargo a mi alrededor he crecido rodeado de gente mediocre, gente que ha parado su evolución, no han luchado por nada de lo que tienen, no se mueven por deseos ni luchan por intereses con nobleza, se abren paso a codazos sin importarles lo más mínimo las situaciones ajenas, su regocijo es ver como los demás nos hundimos derrotados por nuestros esfuerzos mientras ellos gozan, gracias a unos u otros medios, de situaciones o posesiones que les hacen sertirse superiores, pero en el fondo están rodeados de un halo de inquina que les explotará irremediablemente, algún día, y les sumirá en la más profunda oscuridad.
    Sigo esperando el momento en el que la vida me las pague todas juntas, mientras tanto lucho por acercarme cada día más a la excelencia, cualquier mínimo gesto tiene una repercusión, y son estos pequeños gestos los que nos diferencian. Tal vez peco de ambición, pero es que mi mente no puede parar de pensar unas cosas u otras, soy muy inquieto, siempre existe algo que quiero saber, quiero conocer aquello que no sabía que en cierta conversación con cierta persona importante me mantuvo callado, me hizo caer en un segundo plano, dejar de lado la mediocridad, nunca se logra una meta en el mundo del conocimiento, siempre se puede llegar más allá, nunca hay que conformarse, la satisfacción propia de demostrar tus conocimientos propios a quien no los sabe y realemente quiere adquirirlos puede ser una de las mejores sensaciones del mundo, pero luchando por la excelencia no se consigue ser más afortunado, ni más guapo, ni más rico, ni mucho menos más querido, la experiencia me dice que con el paso del tiempo te vuelves más previsible y es ese punto flaco el que pueden utilizar los demás para pisarte, pero con una moral correcta, y tragando muchas palabras, podrás seguir adelante ante cada obstáculo del camino, el pasado, al igual que la historia, tiene una finalidad fundamental para las personas que vivimos en el presente: no volver a caer en los mismos errores, no cometer de nuevo las equivocaciones ya cometidas en otro tiempo, por eso, es bueno acordarse de las decisiones tomadas en otros tiempos, de los actos y sus consecuencias para no volver a hacerlos, si salieron mal o para hacerlos y perfeccionarlos si salieron de la manera deseada, pero si a tu lado tienes a quien te recuerda constantemente el yerro y las consecuencias hacia esa persona, jamás serás capaz de hacerlo bien, o si lo haces lo harás resignado, abocado a un dilema contigo mismo, ¿qué te satisface más, hacer lo que la búsqueda de la excelencia te sugiere, o lo que deberías hacer para tener a todos contentos?, un conflicto contínuo en el que no se puede recaer, una de las situaciones más horribles que pueden existir a la que a ninguno nos gusta enfrentarnos, pero.. ¿y si haces lo que la excelencia-moral te dicta? entras en conflicto ajeno, ¿y si no? entras en conflicto contigo mismo, la solución sería instruir con tu excelencia a quienes se pudieran ver afectados y, ante la comprensión, actual, eso si, ya no cabe lugar a la recriminación por parte del "afectado" ya que si no caerá en la mediocridad y te arrastrará a ti también. He aquí una compleja situación que se suele dar muy a menudo, la diferencia entre el perdón y la aceptación, un perdón es incondicional, se perdona, se olvida, no se vuelve a recordar la acción perdonada, no se utiliza ninguna excusa, ni ninguna pequeña rendija para volver a recordar a quien perdonaste que en su día falló, esto es aceptación, el recuerdo de los fallos causa un malestar tremendo, te recuerda en momento del fallo y todo lo que ya sufriste antaño ¿a quien le gusta recordar malos momentos de su vida, más aún cuando no es él mismo quien lo recuerda?, por eso el perdón es compatible con el amor, y la aceptación no lo es, no puedes perdonar a una persona que te ha sido infiel y recordarselo a diario, lo estás aceptando y lo estás sumiendo en un malestar contínuo por un error cometido, véase error, fallo, y demás aceptaciones que reciben los actos cometidos que no debían haber sido. Por eso, es fundamental rodease de gente que sea capaz de perdonarte siempre que actues bajo las directrices de la excelencia.

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